bueno pues, en pleno río, a uno de los lados hay una cueva que sin duda pasaría desapercibida si no se llevase una buena guía bajo el brazo. hay que coger una barquita en la otra orilla, tras el típico proceso de negociación de precios tan omnipresente en laos y, en general, en todo el sudeste asiático...y según uno se va acercando a la cueva empiezan a aparecer unos detalles y unos colores que no parecen típicos de una cueva.
y es que resulta que dentro de la cueva hay un templo lleno de estatuas de buda.
hay que subir las escaleras blancas y adentrarse en la cueva para dejarse llevar por un lugar único, inesperado, sorprendente. no se sabe cuántos budas hay dentro, seguro que cientos y sin duda de todos los colores, tamaños y formas. una vez más, otro de esos sitios que dejan con la boca abierta al viajero más curtido :)
afuera, el mekong espera mansamente a que el visitante termine su periplo para transportarlo a la otra orilla y seguir protegiendo, vigilante, al viajero.