david vilabella, el amigo de fernán que tan poco tino había tenido en escoger su semana de visita en japón y que grabó el famoso vídeo del restaurante (que ya no sé ni cuántas visitas lleva en youtube) tenía su vuelo de regreso a las 11, destino final barcelona. para llegar a narita hay cuatro opciones:
- tren: hay dos líneas rápidas, el narita express y el sky liner. el 13 de marzo por la mañana ninguna de las dos estaba operativa (y ninguna de las líneas lentas).
- bus: está el limusine bus que sale desde los principales hoteles. tras llamar a alguno de ellos nos confirmaron que ese día tampoco había bus.
- taxi: el precio habitual a narita son unos 150 euros, aunque el día 12, un día después del terremoto, habían circulado por internet precios de hasta 400 euros debido al enorme atasco que se había formado porque la autopista estaba cortada.
- que te lleve un colega en la moto eludiendo las autopistas cortadas y yendo por una ruta secundaria hasta la autopista de narita, que sí que estaba abierta el día 13.
david, obviamente, escogió la cuarta opción....y a las 6 de la mañana estábamos en ruta.
el día 11 narita cerró y el día 12 apenas estuvo operativo, lo que provocó que unas 15.000 personas tuvieran que pasar al menos una noche allí. japón, una vez más, demostró su enorme capacidad de gestión al repartir a los afectados sacos de dormir y mantas y almohadas. realmente es para quitarse el sombrero ante los japoneses...
así que en narita nos encontramos la resaca de esas noches de campamento: una sinfonía de sacos de dormir, mantas, almohadas, maletas, manteles, comida, bebida....y olor. no voy a negar que es impactante, pero fue lo más suave del viaje al centro de la tierra, como iréis viendo en los próximos posts.
sin embargo, había más diferencias respecto a un narita normal. en un narita normal los mostradores de venta de billetes no suelen estar muy frecuentados, ya que el afán planificador de los japoneses les suele impedir comprarse un billete para el mismo día en un arrebato o por impulso. ese día, en cambio, en los mostradores de venta de billetes de las aerolíneas había colas. colas formadas, en su inmensísima mayoría, por extranjeros.
eso nos dio qué pensar. en aquel momento no nos podríamos haber dado cuenta todavía, así que no entendimos por qué los extranjeros estaban comenzando a salir de japón antes que los japoneses.
pero hoy ya lo entendemos.
un par de días más tarde y tras haber recibido el bombardeo constante del gobierno y los medios japoneses con mensajes de calma y tranquilidad; y al mismo haber tenido contacto abundante y directo con el mensaje antagónico de los medios extranjeros, que pintan japón como un país desolado en el que no dejan de sucederse los más horrorosos desastres y que como siga así probablemente acabe hundiéndose por completo en el pacífico y desapareciendo de la memoria colectiva de la sociedad; lo entendemos.
aunque de la diferencia de mensajes y la imperiosa necesidad que tiene japón de transmitir el mensaje que está transmitiendo ya hablaremos con calma en unos días.
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