el punto final de este periplo es algún lugar de hitachi en la costa, que el iphone nos contó que estaba justo a 100 km de la central de fukushima. llegamos como llegan las malas noticias...de pura casualidad. estábamos en el centro de la tierra.
el centro de la tierra es un lugar embarrado donde casi no hay nadie. es lógico, para eso es el centro de la tierra. es un lugar en el que la gente camina cabizbaja y sin hablar. es un lugar en el que nadie sonríe y todos parecen mirar un infinito inexistente.
es un lugar que te hace sentirte triste y solo.
allí descubrimos que el centro de la tierra también tiene otras características que lo hacen único. una de ellas, quizá la más relevante, es la forma de aparcar los coches. extrañamente, los coches están aparcados unos encima de otros, sin ningún tipo de orden ni sentido.
es curioso que se aparquen los coches así en japón, con lo ordenados que son siempre los japoneses...
justo en este punto conocimos a un entrañable habitante de la zona. un señor mayor, de unos 65 años, el vigilante de la planta de coches. hablamos con él como pudimos, aunque no hacía falta saber mucho japonés para darse cuenta de que estaba a punto de llorar.
aún así, nos indicó dónde podíamos seguir si queríamos ver más coches apilados. increíblemente, parecía interesado en ayudarnos, él a nosotros...cuando lo lógico habría sido que esperase nuestra ayuda. impecables los japoneses, una vez más.
en esta zona apenas había gente...sólo algunas personas uniformadas que parecían examinar los daños. no había todavía grúas o equipos de limpieza. aquello parecía el limbo.
seguimos dando una vuelta por la zona antes de volver a casa, aunque eso os lo cuento mañana....
el centro de la tierra es un lugar embarrado donde casi no hay nadie. es lógico, para eso es el centro de la tierra. es un lugar en el que la gente camina cabizbaja y sin hablar. es un lugar en el que nadie sonríe y todos parecen mirar un infinito inexistente.
es un lugar que te hace sentirte triste y solo.
allí descubrimos que el centro de la tierra también tiene otras características que lo hacen único. una de ellas, quizá la más relevante, es la forma de aparcar los coches. extrañamente, los coches están aparcados unos encima de otros, sin ningún tipo de orden ni sentido.
es curioso que se aparquen los coches así en japón, con lo ordenados que son siempre los japoneses...
justo en este punto conocimos a un entrañable habitante de la zona. un señor mayor, de unos 65 años, el vigilante de la planta de coches. hablamos con él como pudimos, aunque no hacía falta saber mucho japonés para darse cuenta de que estaba a punto de llorar.
aún así, nos indicó dónde podíamos seguir si queríamos ver más coches apilados. increíblemente, parecía interesado en ayudarnos, él a nosotros...cuando lo lógico habría sido que esperase nuestra ayuda. impecables los japoneses, una vez más.
en esta zona apenas había gente...sólo algunas personas uniformadas que parecían examinar los daños. no había todavía grúas o equipos de limpieza. aquello parecía el limbo.
seguimos dando una vuelta por la zona antes de volver a casa, aunque eso os lo cuento mañana....
