seguimos las instrucciones que nos indicó el visiblemente afectado pero aún así extremadamente gentil vigilante que por allí se encontraba. aunque antes nos dimos una pequeña vuelta por la zona, para sentir lo sucedido de forma real, no de forma inducida como al verlo por la tele. aquello estaba hecho polvo (o quizá mejor dicho hecho barro), pero aun así la mayoría de casas estaban de pie...
y volvimos a llegar a otro punto donde los coches parecían haberse revelado contra un orden superior que los mantenía firmes antes, y haber decidido jugar al libre albedrío y campar a sus anchas sin orden ni concierto. hay que decir que se trataba de una fábrica de coches, con lo que, afortunadamente, los coches estaban vacíos cuando llegó el tsunami....menos mal....
y en este momento, mientras mirábamos alrededor intentando encontrar una bocanada de aire fresco, a 100 kilómetros de la central de fukushima y tan solo 48 horas después del terremoto, y a menos de 50 metros del mar y con alguna que otra réplica del terremoto cada poco tiempo; tuvimos un momento crítico. uno de esos momentos que te hacen empezar a sudar, te obligan a encenderte un pitillo y a tu cerebro no le queda otra opción que ponerse a buscar alternativas. pero en esa situación no había prácticamente ninguna...
el caso es que nuestra fiel amiga kawasaki tuvo un ataque de humor negro y decidió no arrancar.
en cualquier otra situación un hecho así podría haberse considerado como meramente anecdótico, pero a 180 km de casa; sin trenes, autobuses ni coches con ocupantes y en movimiento; al lado del mar donde hacía 48 horas había venido una ola de 8 metros; y donde únicamente se respiraba consternación; os puedo asegurar que que no te arranque la moto por mucho que intentes es de las peores cosas que te pueden pasar.
seguimos intentando un buen rato, sin éxito. ni siquiera el motor de arranque giraba. así que fernán decidió emplear casi las últimas barritas de batería del teléfono y llamar a adrián senpai, experto motero donde los haya, pidiendo prácticamente auxilio. el bueno de adrián le instó a buscar una cuesta y meter segunda al bajarla con la moto.
pero segunda no entraba en seco y al lado del mar no abundan las cuestas...
al final, la suerte decidió portarse bien por primera vez en todo el fin de semana y nos trajo la salvación en esta ligera pendiente a base de meter primera a la fuerza tras dejarnos las últimas energías, y prácticamente los últimos nervios, en el intento.
al fin, emprendimos la vuelta a casa.